jueves, 23 de septiembre de 2010

Alondras, gallinas y búhos (o ruiseñores diría Shakespeare)

¿Vieron que hay gente que se levanta muy temprano y otra que suele ser trasnochadora? Hay una costumbre de llamar "alondras" a esos que se levantan antes que salga el sol; y "búhos" a los que se quedan despiertos durante la noche (cronotipos).
Aquí en TDM seguimos con la campaña "Yo tengo sueño" y denunciamos, sin temor a las represalias de los oli-garcas, que esa forma de clasificar a la gente, aparentemente inocua, es en realidad una horrible discriminación.

Uds. piensen, ¿qué es una alondra? Un hermoso pajarito de melodioso canto. Y en cambio, ¿qué es un búho? Un ave rapaz de desagradables chillidos que come ratones. ¡DISCRIMINACIÓN! ¡Los denunciaremos ante el INADI! Los trasnochadores también somos una minoría discriminada e incomprendida, ¡como los gays!. La sociedad es intolerante y discriminadora con los que somos diferentes.

¿Por qué en lugar de "búhos" no nos dicen "ruiseñores"? Al fin y al cabo, el ruiseñor también es un pajarito de costumbres noctámbulas. Shakespeare nos hubiese llamado ruiseñores, sin dudarlo. Recuerden sino, la famosa escena del Balcón:

[Acto III, escena 5] [Romeo ha subido al balcón de Julieta y la ha cortejado con dulces palabras. En eso escucha el canto de un pájaro y amaga con irse]

JULIETA: ¿Te vas ya? Aún no es de día. Ha sido el ruiseñor y no la alondra el que ha traspasado tu oído medroso. Canta por la noche en aquel granero. Créeme, amor mío; ha sido el ruiseñor.

ROMEO: Ha sido la alondra, que anuncia la mañana, y no el ruiseñor. Mira, amor, esas rayas hostiles que apartan las nubes allá, hacia el oriente. Se apagaron las luces de la noche y el alegre día despunta en las cimas brumosas. He de irme y vivir, o quedarme y morir.

JULIETA: Esa luz no es luz del día, lo sé bien; es algún meteoro que el sol ha creado para ser esta noche tu antorcha y alumbrarte el camino de Mantua. Quédate un poco, aún no tienes que irte.

Además de denunciar esta malhadada discriminación, proponemos que a los "normales" que se acuestan cuando se pone el sol y se levantan cuando sale, se los clasifique como ¡gallinas! ¡Que eso es lo que son! ¡Ja! ¡Chúpense esa mandarina!

Se ha demostrado científicamente que el ciclo vigilia/sueño no es un ciclo de 24 hs., como el de día/noche, sino que dura algo más de 26 horas (esto lo demostró Michel Siffre en 1962, cuando se recluyó en una cueva durante varios meses para experimentar cual era la duración "propia" del ciclo vigilia/sueño si no se hallaba afectado por la luz del sol -en inglés denominado "free running period"-). Ahora bien, Uds. se preguntarán ¿cómo es posible que si alguien duerme 8 horas por día, se levante todos los días a la misma hora? (porque si el ciclo es de 26 horas y el día dura 24 horas, el primer día se levantaría a las 8, el segundo a las 10, el tercero a las 12, y así sucesivamente). ¿Cómo es que el ciclo vigilia/sueño se armoniza con el ciclo día/noche? Pues lo que sucede, según los científicos, es el fenómeno del entrainment (podría traducirse como "arrastre" o "atrapamiento"): siempre que dos osciladores de frecuencia similar interaccionan, sus frecuencias acaban sincronizadas.

La primera persona que describió el entrainment fue Christiaan Huygens, que observó que cuando dos relojes de péndulo se ponían cerca, ambos oscilaban en sincronía, con independencia de cómo empezaran la oscilación. La misteriosa “simpatía” entre los relojes desaparecía cuando se alejaban (según el Diccionario de la Real Academia: simpatía: 5. f. Fís. Relación entre dos cuerpos o sistemas por la que la acción de uno induce el mismo comportamiento en el otro).

En nuestro caso, el ciclo ambiente dia/noche “arrastra” al ciclo fisiológico vigilia/sueño, forzando su periodo a 24 horas. A todos estos ciclos que duran aproximadamente un día se los denomina ciclos "circadianos" (del latín circa, cerca, aproximadamente, y dies, día).

Entonces, ¿por qué existen personas con cronotipos diferentes? (alondras, gallinas y ruiseñores). Pues porque hay otro factor, también cíclico, que incide en cuando nos da sueño: la temperatura corporal. La temperatura de nuestro cuerpo oscila aproximadamente 1,5 ºC durante el día. Alcanza un mínimo dos o tres horas antes de despertarse y un máximo por la tarde. Dicho en otras palabras, nos despertamos unas horas después de que la temperatura corporal empieza a ascender y nos da sueño unas horas después de que la temperatura corporal empieza a descender.

A la mayoría de las personas la temperatura corporal comienza a subirles mas o menos cuando sale el sol: por eso se levantan temprano (cronotipo "Gallinas"). Pero en ciertos casos eso no ocurre así: a algunas personas les comienza a ascender la temperatura corporal pasada la media noche y a descender antes de la puesta del sol, por eso se levantan de madrugada, antes de la puesta del sol, y no pueden permanecer despiertos mucho después de media tarde (cronotipo "Alondras"). A otras, en cambio, la temperatura corporal recién les empieza a descender horas despúes de que se ocultó el sol, y por eso se acuestan de madrugada; y les empieza a subir hacia el mediodía, y a esa hora del día se despiertan (cronotipo "Búhos" o "Ruiseñores"). Los científicos piensan que se debe a una diferencia genética que puede haber sido hereditariamente adquirida (pueden ver el siguiente estudio: "Body temperature variability") (en castellano pueden ver este link).

Como el mundo está dominado por el grupo mayoritario, las "Gallinas", a los que tenemos esta diferencia genética nos consideran anormales o enfermos (los médicos hablan de que tenemos "sindróme de fase adelantada" las "Alondras" y "síndrome de retraso de fase" los "Búhos", como puede verse en este link).

La siguiente figura muestra los diferentes ciclos circadianos de cada uno de los tres cronotipos:

(la banda gris indica la noche; la oscilación es la de la temperatura corporal)
(Zeitgeber es una palabra del idioma alemán que carece de una traducción precisa al español, pero podría desglosarse en las palabras "zeit" (tiempo) y "geber" (dador). El concepto hace referencia a cualquier clave exógena que es capaz de sincronizar un ritmo endógeno)

En la figura se puede observar como las personas que tienen un cronotipo "Alondra" (early chronotype) se despiertan antes que salga el sol porque su temperatura corporal comienza a elevarse muy tempranamente en la noche. A su vez, se observa como las personas con cronotipo de "Búho" (late chronotype) se despiertan al mediodía, o más tarde, porque su temperatura corporal asciende recién luego de la salida del sol.

Se ha demostrado, también, que el nivel de concentración del cerebro es menor cuando la temperatura está bajando (pueden ver un estudio científico en este link).

Como sistemas biológicos internos, los relojes circadianos surgen de la expresión y la actividad de genes y sus productos génicos. El reloj circadiano está constituido por las actividades reguladas temporalmente de ese grupo específico de genes. El “reloj” consiste en un grupo de genes que codifican componentes moleculares que alternativamente inducen e inhiben la expresión de un subgrupo específico de dichos genes. La expresión de varios de los genes del reloj conduce, a través del tiempo, como consecuencia de las actividades de las proteínas correspondientes, a la subsiguiente inhibición de la expresión de los mismos genes. Luego del recambio de los componentes inhibitorios (disminución de la síntesis de dichos genes), la transcripción de los genes oscilatorios es renovada. El período de este proceso es de unas 24 hs., dando origen al ritmo circadiano. Pero quien tenga alguna diferencia en estos genes, obviamente tendrá un ciclo circadiano distinto, como en el caso de las "Alondras" y los "Búhos".

Estos genes controlan la conformación del núcleo supraquiasmático del cerebro. Este grupo de neuronas es el que cumple la función de marcapasos circadiano. Está formado por 30.000 o 40.000 pequeñas neuronas y se encuentra en el hipotálamo, localizado cerca de la línea media por encima del quiasma óptico (Noriega Borge, M. J., "Ritmos Biológicos", en Córdoba, A., Fisiología Dinámica, editorial Masson, Barcelona, 2003, pág. 713)

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