viernes, 14 de octubre de 2011

Monólogo


Llegue a la parada del bondi, y aunque el sesenta pasa rápido, esta vez la espera se hizo larga. Interrumpió mi aburrimiento el ver a media cuadra a dos chicas my lindas, pero lo que mas me llamo la atención fueron sus bocas, que no paraban de moverse, las dos al mismo tiempo y a un ritmo acelerado. Se acercaban cada vez mas hacia donde estaba yo, venían a tomar el colectivo también, y a medida que la distancia se achicaba entre nosotros el sonido de sus palabras creció tanto que casi tapaban el de la ciudad.
Desde chico aprendí que en una conversación uno habla y el otro escucha, y viceversa, produciendo así una retroalimentación, un intercambio. Pero estas chicas no tenían la misma lógica, hablaban al mismo tiempo, como si una supiera la manera en que iba a terminar la frase de la otra y le contestara antes de que termine de hablar. Eran como dos monólogos que se entrelazaban y se hacían uno, y lo más increíble era que ellas se entendían realmente, me mostraban una nueva manera de comunicarse, que aunque yo nunca voy a ser capaz de utilizar debo reconocer que tiene su lógica para ellas y de esa forma se entendían.
Aturdido y fascinado por la frenética charla preste atención y trate de comprender. La palabra que más se repetía y sonaba con fuerza era pirata. Al parecer las chicas coincidían en que todos los hombres son infieles, y discutían si esto era por naturaleza o por una especie de tradición, de costumbre social, y sostenían que, si el día de mañana iban a querer una pareja formal, este tema era una mochila que deberían cargar por el resto de sus vidas.
Llego el sesenta al fin. Las deje pasar primero y cuando iva a poner un pie en el escalón decidí tomar el colectivo que venia atrás, era el ramal que me llevaría a Puente la Noria, cualquier lugar estaba bien con tal de estar lejos de aquel ruido infernal.

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