miércoles, 20 de mayo de 2009

Primeras frases

Hay algo que siempre me llamó la atención al abrir un libro: la primera frase. No es que no continuase leyendo, pero la primera frase tiene un impacto fundamental. La primera frase de una obra es como una tarjeta de invitación. Uno la mira de un tirón y extrae conclusiones sobre cómo será esa fiesta o reunión. Si le parece que será interesante o divertida, decidirá ir, y caso contrario tirará la tarjeta al tacho y olvidará el asunto. Muchas veces la primera oración de un libro es lo que decide al potencial lector a leer la obra (de hecho, ese es el criterio que yo uso muchas veces cuando entro en una librería). Una primera frase puede anunciarnos grandes aventuras o profundas tristezas, puede asustarnos o generarnos curiosidad. La primer oración de cualquier escrito (sea literario o científico) es una espléndida oportunidad que tiene el autor para invitarnos a leer su obra. Las que cito a continuación son algunas de las invitaciones que más me gustaron y recuerdo con más cariño.

Algunas nos adelantan el perfil de su personaje principal:

Nació con el don de la risa, y la intuición de que el mundo estaba loco. Y ese fue todo su patrimonio. [SABATINI, "Scaramouche"]

No era el hombre más honesto ni el más piadoso, pero era un hombre valiente. [PÉREZ-REVERTE, "El Capitán Alatriste"]

o el problema con el que se tendrá que enfrentar:

Es una verdad mundialmente reconocida que un hombre soltero, poseedor de una gran fortuna, necesita una esposa. [AUSTEN, "Orgullo y Prejuicio"]

Otras anuncian la tragedia casi oracularmente:

Lolita, luz de mi vida, fuego de mis entrañas. Mi pecado, mi alma. [NABOKOV, "Lolita"]

Todas las familias felices se parecen, pero las infelices lo son cada una a su manera. [TOLSTOI, "Ana Karenina"]

Encuentro particularmente atractivas a las que encierran en sí toda una historia:

Era la clase de chica a la que nadie echaría de menos si muriese.Y entonces, un día... murió. [HURLEY, "Ghostgirl"]

Cuando Gregor Samsa se despertó una mañana después de un sueño intranquilo, se encontró sobre su cama convertido en un monstruoso insecto. [KAFKA, "La metamorfosis"]

Mi marido desapareció. Volvió del trabajo, apoyó la servilleta contra la pared, me preguntó si había comprado el pan. Serían alrededor de las siete y media. [DARRIEUSSECQ, "Nacimiento de fantasmas"]

Elegantísimas e intrigantes son las que usan figuras retóricas como la metáfora y el oxímoron:

Era la mejor de las épocas, era la peor de las épocas; la edad de la sabiduría, y también de la estupidez; la época de las creencias, la época de la incredulidad; la era de la luz, la era de las tinieblas; la primavera de la esperanza y el invierno de la desesperación. [DICKENS, "Historia de Dos Ciudades"]

Las suaves lluvias de abril han penetrado hasta lo más profundo de la sequía de marzo... [CHAUCER, "Cuentos de Canterbury"]

El universo es una perversa inmensidad hecha de ausencia. Uno no está en casi ninguna parte. [DOLINA, "Historias de amor", cuento del libro "Crónicas del Ángel Gris"]

El invierno de nuestro descontento se ha vuelto verano... [SHAKESPEARE, "Ricardo III"]

Menos comunes son las que tienen un toque de humor, pero no menos deliciosas:

¿Qué me preguntaste, Andy Bissette? ¿Si yo "entiendo esos derechos tal como me los explicaste"? ¡Mierda! ¿Qué es lo que hace que algunos hombres sean tan estúpidos? [KING, "Dolores Claiborne"]

Hay también primeras frases que no tienen ninguna "chispa" de genialidad pero que se vuelven memorables porque genial es la obra que inician, como:

En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme,  no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor. [CERVANTES, "Don Quijote de la Mancha"]

Pueden llamarme Ismael. Hace algunos años —no importa cuántos exactamente—, con poco o ningún dinero en mi billetera y nada en particular que me interesara en la tierra, pensé en darme al mar y ver la parte líquida del mundo.  [MELVILLE, "Moby Dick"]

En un agujero en el suelo, vivía un hobbit. No un agujero húmedo, sucio, repugnante, con restos de gusanos y olor a fango, ni tampoco un agujero seco, desnudo y arenoso, sin nada en que sentarse o que comer: era un agujero-hobbit, y eso significa comodidad. [TOLKIEN, "El Hobbit"]

5 comentarios:

El Capitán sin Regimiento dijo...

Acá va otra buenísima y terrorífica!:

"Era un placer quemar" ("Farenheit 451" de Ray Bradbury).

Molly dijo...

¡¡Qué buen post!!
Además esas primeras frases tienen la capacidad de invitarnos (invocarnos) a recorrer sus páginas, perdernos en sus historias; y cuando terminamos, hacernos recordar esas grandes obras.
Inevitablemente pensé en "Cierta vez volvía, al paso lento de mi camello, por el camino de Bagdad, de una excursión a la famosa ciudad de Samarra, en las márgenes del Tigris, cuando vi, sentado en una piedra, a un viajero modestamente vestido, que parecía reposar de las fatigas de algún viaje." (El Hombre que Calculaba)
Otra que promete: "Todavía recuerdo aquel amanecer en que mi padre me llevó por primera vez a visitar el Cementerio de los Libros Olvidados." (La Sombra del Viento)

Termino de escribir esto y voy a mi cuarto a releer Scaramouche...

Hercules dijo...

Una mujer de capa y espada! Que bien! Y cuidado con Scaramouche, que con esa sonrisa atrevida ha seducido a más de una.
(aunque admito que yo estoy enamorado también de un personaje de ficción: Beatriz, de "Mucho Ruido y Pocas Nueces").

Anónimo dijo...

yo tengo una mañna opuesta a la tuya, leo las últimas frases o fragmetos y asi se si leerlo o no, de ese modo voy por el libro tratando de relacionar cada hecho, o mejor dicho imaginando como eso puede llevarme al descenlace, a veces suelo ser muy imaginativa ¬¬

Stich.-

Hercules dijo...

Herética pero creativa forma de leer una historia, Stich.