viernes, 29 de junio de 2012

Las tetas le salvaron la vida. ¡Qué grandes!

A todos nos pasa que, en ocasiones, tomamos una decisión con un claro objetivo en mente, pero que luego el Hado (¡que no es un hada varón!, sino la forma en que los antiguos llamaban al Destino) la hace valer para otra cosa. Por ejemplo, cuando comprás una corbata de seda muy cara -regodeándote de antemano en lo bien que te va a quedar con tal o cual traje y en qué evento la vas a estrenar- y más tarde te encontrás con un amigo que justo cumple años ese día y vos te habías olvidado y él te dice todo contento "¡No te hubieses molestado!" señalando la elegante bolsita que llevás en la mano; y es ahí, mientras le das "su" regalo y lo felicitás por seguir vivo un año más, cuando te das cuenta que el Destino tenía otros planes para "tu" corbata.
Y aunque a veces nos enojamos con el Hado por estas jugarretas, no podemos evitarlas. No se puede engañar al Destino.

Si no, pregúntenle a Edipo, que abandonó a sus padres en Corinto y huyó hacia Tebas para evitar matar a su padre y acostarse con su madre (que era lo que el Oráculo de Delfos le había asegurado que el Hado tenía reservado para él), y antes de que ese "escape" terminase, ya había cumplido con su sino palabra por palabra y letra por letra (es que resultó que los que él creía que eran sus padres, en realidad eran  padres adoptivos, y en su huída a Tebas se peleó con otro viajero que le obstaculizaba el camino -que, sin saberlo él, era su padre biológico, Layo, rey de Tebas- y en la lucha lo mató; y luego antes de llegar a Tebas se tuvo que enfrentar con la malvada Esfinge que acosaba a la ciudad y no dejaba pasar a los caminantes a menos que adivinasen sus asertijos y se termina desaciendo de ella para siempre, y entonces en Tebas lo reciben como un salvador y la reina viuda -Yocasta, su madre biológica- se casa con él).


Algo así le pasó a Sheyla Hershey, una chica de Texas que durante mucho tiempo soñó con obtener el record guiness de las tetas más grandes. Recurrió a la cirugía estética para realizar su sueño y, con el transcurso de los años, se fue agregando sucesivos moldes de silicona a sus pechitos. Hasta que llegó a un punto en que la legislación de Estados Unidos prohíbe que se agreguen más siliconas (¡que ley injusta!, ¡¿por qué el gobierno yanqui prohíbe algo tan bello como un glorioso par de tetas???!!! ¡¡¡IMPERIALISTAS!!! ¡éste un buen ejemplo para los iusnaturalistas que piensan que una ley injusta no es ley!). Creo que estaría por lo que en Argentina describiríamos como 130 cm de busto. Pese a los obstáculos, ¡ella no se rindió y luchó por realizar su sueño!: se tomó un avión a Brasil -país libre dónde la legislación no se mete con tus pechos- y allí se operó un par de veces más (no está muy claro, pero en total se realizó mas de 30 cirugías) y llegó a tener la impresionante talla de 38KKK (que debe ser algo así como 150 cm, pero no estoy seguro porque en distintos países se utilizan distintos criterios de denominación de los sostenes; de todos modos les pongo un par de fotos y con eso les quedará claro el tamaño de sus senos, porque, como dice la sabiduría popular, "una imagen vale mil palabras").


Y al final ¡logró el reconocimiento deseado! Los medios más importantes del globo reportaron que era la mujer con las tetas más grandes del mundo y otorgó cientos de entrevistas (pueden verse, entre muchas otras, las del Daily Star y del New York Post).


Pero el Hado no se había olvidado de ella y tenía sus propios designios para los pechos de Sheyla... Así fue que a principios de 2012, en un gélido domingo de invierno, cuando nuestra heroína volvía a su casa luego de haber participado en una fiesta por el Super Bowl (que es algo así como "la final" de futbol americano para los yanquis), un perrito se cruzó en su camino por la ruta y Sheyla tuvo que realizar una maniobra urgente para desviar su coche, perdiendo el control del mismo. El vehículo se salió de la ruta, golpeó un poste, dió tres vueltas y terminó en un choque frontal contra un árbol. El automovil quedó severamente dañado. Sheyla no llevaba puesto el cinturón de seguridad y los airbags no se activaron... ¡y adivinen gracias a qué logró amortiguar el impacto y salvar su vida!... ¡Sí! ¡gracias a sus pantagruélicos pechos!
El Hado... ¡sabe lo que hace!




"Mis tetas me salvaron la vida -aseguró en un reportaje-. Les estoy muy agradecida".
"Tengo las tetas muy dañadas y doloridas, pero se que si no hubiese sido por ellas hubiese sufrido graves heridas", relató a la reportera.

Fuente: News Maker Today.

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