Cuando salgo a comer afuera, soy de esas personas que sólo dejan propina a un mozo si me atendió bien (a diferencia -ahora que lo pienso- de lo que hago con mis aplausos cuando voy al teatro o a un concierto, pues siempre aplaudo, y mucho, aunque el desempeño de los actores me haya parecido deplorable. Se ve que cuido más mi dinero que mis palmas. O quizás es porque creo que el actor, aunque sea mediocre, siempre deja algo de sí en el escenario). Y, viviendo en Buenos Aires (la ciudad con los más maleducados camareros del mundo), naturalmente pocas veces dejo propina. Eso sí, cuando dejo, dejo una buena cantidad. No menos del 10% de la cuenta.
Y ahora me vengo a enterar que mi subconciente decide cuando y cuanto entregar de propina en base a un criterio menos racional (mas "básico" seguramente dirían despectivamente algunas mujeres que conozco) . Resulta que una investigación realizada en la Universidad de Cornell (EE.UU), dirigida por el Dr. Michael Lynn, concluyó que las camareras con senos más grandes obtienen propinas mayores. El reputado psicoanalista, luego de asistir a más de 2.500 cenas en más de 20 restaurantes (no se especifica en el informe si él mismo comió en todas ellas) encontró que no existía relación entre la calidad del servicio y la propina recibida, algo que echa por tierra lo que dije al comienzo y la idea de algunas mozas de que conviene esforzarse para recibir una mayor retribución.
El criterio para determinar científicamente cuándo un pecho es grande y cuando no, fue arbitrariemante fijado en 90 cm de busto. Y cada caso evaluado fue testeado empiricamente. El abnegado estudioso midió en 374 camareras el tamaño de sus senos. ¿Alguna lo habrá engañado con el maravilloso WonderBra?
El estudio también ataca el mito de que una buena sonrisa es fundamental para la obtención de la propina. Sostiene el Dr. Lynn, sintetizando y poniendo en claro su terminología científica, que tiran más dos tetas que dos carretas de sonrisas, pues los hombres tienden a ser más generosos con esbeltas chicas de pechos grandes que con sus colegas menos dotadas, por muy simpáticas que sean.
Estas son las cosas maravillosas de la Modernidad, ¡la Ciencia no deja de derribar mitos!
Fuente: Metro.co.uk
jueves, 22 de julio de 2010
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1 comentario:
Esto no es ciencia, el hombre es tan baboso como predecible...
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